El condón es tan impropio, tan indigno como lo es el cinturón de castidad, sólo que por el otro extremo. Ahora que todas las sociedades somos más sensibles a los derechos de las personas, a su dignidad, etc., parece lógico pensar que una de las razones para rechazar el uso del condón, sea porque no es digno de una persona. Cuando en las tiendas para animales se comenzó a poner una inyección a las gatas domésticas para que no se vayan de casa en ciertas épocas, en busca de gato, además de sonreír, cualquiera pensó que la ciencia veterinaria estaba muy avanzada,..., pero eso no será aplicable a las mujeres, o a hombres, pues, al fin y al cabo, somos personas, no gatos.
También, indigno de la persona, y por lo tanto sería rechazable, la medida de la castración, voluntaria u obligatoria, para luchar contra el SIDA. Esa medida sería 100% eficaz, pero no es digna de la persona. Otro tanto ocurriría si alguien quisiera detener la expansión del SIDA aislando a todos los contagiados en guetos u hospitales ; podría ser eficaz, pero no es válido, no es digno.
Estamos en unas cifras de enfermos de SIDA y de portadores que aún el mundo puede tolerarse, pero, ¿qué medidas podrían plantear las autoridades si la mitad de la población mundial fuera portadora del virus?. Quizá pensarían en un aislamiento forzoso de los contagiados, quizá en la castración de las personas contagiadas que no quisieran vivir en esas ciudades de contagiados, quizá una prohibición total de cualquier transfusión o del consumo de droga. Seguro que apelarían a razones sociales para imponer tales medidas. Bueno, pues aunque esto sucediera, seguiríamos considerando indigno la medida de la castración para los individuos contagiados.
Hay quien querría que se juzgara el hecho de usar condón como quien se pone una tirita, o una espinillera para jugar al fútbol. Podría ser incluso, por la presión de las campañas, por la opinión de la mayoría, que así sucediese, que muchas personas acabaran con esta opinión. Si esas personas no estuvieran tan manipuladas por los medios de comunicación, se darían cuenta, al menos, de que la tirita sirve para ese pequeño accidente, la espinillera protege de lesiones en el juego, mientras que el condón manipula el uso normal y natural de la sexualidad. Quien como premisa aceptara que la sexualidad es un juego, es lógico que considere el condón como otra espinillera. Hacemos especial intención de no llamar al condón preservativo, para no dejarnos engañar con la falsa idea de creer que previene. La prevención real es la primera prevención: la abstención; esa es la autentica prevención. ¿Cómo hacer que en EE.UU. no haya tantos muertos por arma de fuego?, ¿difundiendo u obligando al uso de balas de goma?, o realmente, ¿limitando la venta de armas de fuego?. Además, ¿de qué previene el condón?, ¿previene a los jóvenes de que se conviertan en maníacos sexuales?, ¿previene del vicio sexual?
Si hay personas que no entienden lo indigno del condón pueda ser debido a que no han recibido educación sexual alguna, o es, simplemente, carencia de sentido común. Quizá sea cosa de la subcultura retrógrada que intenta envolverlo todo a base de campañas. Las campañas, cuando el pueblo es ignorante y manipulable, serían capaces de hacernos a todos hasta antropófagos, con toda naturalidad. Adivinamos cuál serían unos de los primeros mensajes para hacer derivar nuestras apetencias culinarias.
Si de pronto se hicieran campañas para que las personas cambiáramos nuestros hábito de andar a dos patas, para que pasáramos a andar a cuatro patas, ¿podríamos llegar a verlo natural, y que no es indigno de la persona?. No, siempre sería indigno el andar a cuatro patas, por más que nos dijeran -como así es- que previene las enfermedades o lesiones en la columna vertebral. No queremos ser animales. En un breve pensamiento se puede decir todo : "Ni gomas, ni bozales, no somos animales".
En un libro leíamos que eso del condón era la solución del fontanero al problema, o del médico con vocación de fontanero, y !hombre¡, creemos que hay diferencias. No puede limitarse el problema del SIDA a un problema de fontanería, porque por un sitio haya fugas, y se contagie la enfermedad.
Se precisa observar ciertos temas desde una perspectiva seria y crítica, que no da el contacto próximo, pues los árboles pueden tapar el bosque. Todos podríamos reírnos a coro, y hacer burla, de un grupo de enanos para divertirnos; pero, ¿es digno reírse de otra persona precisamente por su defecto físico?. Visionando un documental televisivo sobre el SIDA, se podía ver imágenes de risas entre jóvenes africanos a los que una organización americana les daba gratuitamente condones. ¿De dónde proceden las risas?. No son muestra precisamente de la responsabilidad de los jóvenes sobre un tema tan importante que puede llevarles a ellos y a sus familias a la tumba. ¿Es digno tratar a estas personas como animales, renunciando a su derecho a ser educados, a vivir como personas civilizadas?. ¡Qué bueno es el hombre blanco!.
En otro lugar, analizaremos el sentido humano de la sexualidad, y la educación sexual correcta que habría que difundir.
En unos años en los que domina la picaresca y el afán del pelotazo, la moral y la ética de las actuaciones humanas parece que ha quedado en desuso. Algo es bueno en tanto en cuanto me satisface a corto plazo, siempre que la policía no descubra mi delito, o en cuanto favorece mi economía. Aún así, las normas morales nos contemplan como esas grandes montañas que se ríen de los humanos, pues éstos, dedicados a sus prisas y gustos, creen que las montañas dejaron de estar allí.
Alguien dijo que Dios perdona siempre, el hombre a veces, pero la naturaleza nunca. Las leyes morales no están más que para hacer posible, con su cumplimiento, la felicidad del hombre en su medio.
No es imprescindible considerarse cristiano, pues nos damos cuenta de que también existe una ética de la naturaleza, una ética ecológica, en base a la cual unos actos pueden considerarse buenos, y otros malos. La contaminación de un río es éticamente malo, y reciclar o aprovechar la energía solar es bueno. Los actos entre las personas que facilitan la propagación de una enfermedad son éticamente reprobables. Los actos entre personas que deshumanizan el sentido de la sexualidad, también son reprobables. Si se apuesta, por lo tanto, por medidas como la de usar el condón, que no son seguras, y hacen que se multipliquen los actos peligrosos de propagación del SIDA, y desvirtúan la sexualidad, usando un sentido de la ética meramente ecológico, debemos decir que es negativo para el hombre.
Otro criterio muy útil de moralidad, al margen de creencias religiosas, sería el considerar si estamos a favor o no de la monogamia. La poligamia se ha ido reduciendo a medida que las civilizaciones se han desarrollado, pero lo cierto es que muchos sectores de la población están volviendo a costumbres sexuales que se creían superadas, volviendo a la poligamia, o a la poligamia alternante. Aquí está por lo tanto, un criterio más de moralidad, la monogamia. No se puede ser indiferente, son muchos logros sociales los que se derribarían si la monogamia se dejara optativa; y el logro que ahora estamos deseando que no sea destruido es el de la salud de las personas, cuestión de vida o muerte: casi nada.
Quien se considere cristiano podría considerar las declaraciones que siguen. Juan Pablo II en la Conferencia Internacional sobre el SIDA que se celebró en el Vaticano en Noviembre de 1989 dijo :"Es moralmente ilícito propugnar una prevención del SIDA basada en medios y recursos que violan el sentido auténtico de la sexualidad, y que son un mero paliativo para un malestar profundo, en el que está en juego la responsabilidad de los individuos y de la sociedad. Y la recta razón no puede admitir que la fragilidad humana, en vez de ser motivo para empeñarse más, se traduzca en pretexto para una cesión que abra la vía a la degradación moral".
Si buscamos entre los escritos de moral, nos encontramos en la encíclica HumanaeVitae lo siguiente : "Queda patente que el uso del sexo tiene un fin altísimo y nobilísimo que no debe desvirtuarse separándolo de la procreación: es decir, de los actos de suyo aptos para que pueda derivarse una nueva vida; todo acto matrimonial debe quedar abiertoa la transmisión de la vida (102). Por eso, más adelante añade, sería intrínsecamente deshonesto, : "Toda acción que en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación ".(103)
La Iglesia Católica, en un comentario titulado ‘Prevención del SIDA, aspectos de la ética cristiana’, señaló que ‘buscar la solución al problema del contagio promoviendo el uso de preservativos, significa tomar un rumbo que no sólo no es muy eficaz desde el punto de vista técnico, sino también y por sobre todo, es inaceptable desde el punto de vista moral’. Y agrega: ‘La proposición de que una sexualidad de esta manera es segura, ignora las causas reales del problema, cual es la permisividad que, en la esfera corroe la fibra moral de la gente. La única manera efectiva de prevención es en un 95% de los casos, abstenerse de la práctica sexual fuera del matrimonio y del consumo de drogas’.
Éticamente el preservativo separa los dos significados del acto conyugal (unitivo y procreativo) y es, por tanto, siempre intrínsecamente inmoral. La moral cristiana manda la continencia que consiste en frenar, moderar y usar rectamente esa fuerza vital que es la sexualidad. A esto se llama castidad. Los jóvenes están obligados a la castidad para llegar íntegros al matrimonio y los casados deben guardar la castidad conyugal que consiste fundamentalmente en ser fieles.
En cuanto al uso de los preservativos para evitar las enfermedades, las autoridades deben informar que no protegen totalmente; existe siempre el riesgo de infección. Los preservativos son un gran negocio, llenan de dinero los bolsillos de quienes producen a costa de la inmoralidad de la población a la que inducen al libertinaje. La iglesia no está, ni estará nunca en favor de los "preservativos".
Se acusa a la Iglesia de retrasada porque rechaza las campañas que, para prevenir el SIDA y otras enfermedades venéreas, promueven el uso del condón como defensa segura. La iglesia nunca aceptará el uso del condón ni fuera ni dentro del matrimonio. En principio, no deben darse las relaciones sexuales extra o pre-matrimoniales (se rechaza con esto la promiscuidad, la prostitución, el homosexualismo y no sólo el uso del condón). No se permite a los esposos el uso del condón porque se impide la entrega total de dos personas que deben amarse y se va en contra de los fines del matrimonio que debe estar abierto a la vida.
Conforme a lo anterior, si el Estado, o quien sea, martillea los oídos de cristianos, con sermones y campañas que predican lo contrario, banalizando ciertas prácticas, está incidiendo, sin el menor respeto, en las creencias y en la intimidad. Especialmente el daño se produce con los jóvenes: para los diseñadores de campañas contra el SIDA no existe ese precepto constitucional de que todos tenemos derecho a nuestra integridad moral y a la intangibilidad de las conciencias. Los padres son los primeros educadores de los hijos, y con esas campañas se produce un abuso de poder de las propias Administraciones frente a los derechos y responsabilidades de los padres, que son pisoteados. (104)
Ha habido en estos años últimos diversas polémicas y renovadas acusaciones, pero que quedan olvidados por lo inconsistente de los argumentos. Lo llevamos a la letra pequeña. (105)
No es infrecuente que haya personas que preocupadas por la extensión del SIDA opinen que la Iglesia debería reconsiderar su condena del uso del condón, como si muchas personas hubieran tenido esta norma moral en mente cuando se contagiaban del SIDA. Pero afirmaciones de este tipo circulan por los medios de comunicación alegremente, sin que prácticamente nadie se atreva a desenmascarar la insidia y la sinrazón que se esconde. Si analizamos el SIDA en África, debemos pensar que la influencia de la Iglesia católica se circunscribe al 15,6% de la población total de África. ¿Alguien se atrevería a afirmar que la epidemia del SIDA está azotando en mayor medida a la población católica que a la musulmana o a la animista? Es más, las autoridades sanitarias de las Naciones Unidas están ocultando a la opinión pública diversas estadísticas en las que se demuestra que la comunidad católica sufre en menor medida la plaga del SIDA. Es lógico que la predicación moral católica en favor de la monogamia y de la castidad tenga sus efectos positivos, en medio de unos ambientes de una promiscuidad generalizada.
En el caso de los católicos alejados de la práctica religiosa y de la vivencia de sus principios morales, ¿cabe suponer que quien es infiel a su mujer, vaya a respetar la norma moral católica contraria al condón, y que pueda llegar a contaminarse por mantenerse fiel a sus principios religiosos? Esa hipótesis es absurda. Evidentemente, quien no tiene escrúpulo alguno en ir con una prostituta, ni se planteará la cuestión de la moralidad del condón. Por tanto, acusar a la Iglesia católica de la extensión del SIDA es algo absurdo; y más bien, es una maniobra para negarse a reconocer la realidad bien contraria: sin la moral católica, la sociedad sería más promiscua y, en consecuencia, el SIDA estaría mucho más extendido.
Juan Manuel de Prada es un escritor rebelde, sin pelos en la lengua, escribía claro en el diario ABC sobre el relativismo moral. (106)
El Vaticano organiza Congresos sobre el SIDA ; la primera cita en el Vaticano, en 1989, acudieron investigadores de la talla de LucMontagnier, diez años después, a finales de 1999, el invitado de honor fue PeterPiot, director de ONUSIDA. El secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, el obispo español José LuisRedrado, anunciaba una colecta especial para los huérfanos del SIDA, y en un periódico declaraba que "la Iglesia ha sido pionera en la asistencia a los enfermos de SIDA. No sólo hay catorce documentos del Papa sobre la enfermedad, sino que hace ya más de diez años que yo mismo viajé a Estados Unidos para visitar el hospital Saint Clarence para enfermos de sida, atendido por Madre Teresa. Por entonces también los hermanos de San Juan de Dios y muchas casas diocesanas desempeñaban las mismas tareas en Europa, en India o en África". Acerca de la amoralidad del condón declaraba que "El preservativo garantiza cierta seguridad pero, frente a lo que mucha gente piensa, no protege totalmente contra el contagio, como ha subrayado la OMS. Además promueve lo que se intenta evitar a toda costa: la falsa mentalidad del «sexo seguro». La difusión del preservativo favorece a la vez la de una cultura proclive a la promiscuidad sexual. La gente se convence de que es posible mantener relaciones múltiples sin riesgo pero, paradójicamente, las cifras de contagio se están disparando. Desde luego es más fácil proporcionar un objeto, un preservativo, que educar en una mentalidad madura. Un utensilio se fabrica, pero educar cuesta más y lleva tiempo".
La Iglesia aporta a la lucha contra el SIDA "un respiro y una esperanza para tantos enfermos que viven como en un túnel cerrado. Si toda enfermedad es dura, ésta lo es mucho más, porque se multiplica entre los más pobres, en medio del paro, de la prostitución, la tóxicodependencia o la promiscuidad y ataca a las personas más frágiles desde el punto de vista de su estilo de vida. Es muy fácil verse rechazado en estas circunstancias y, cuando a uno ya no le queda nada, la Iglesia permanece. (...) Nosotros seguiremos acompañando a todos los enfermos y pidiendo a la sociedad y a los medios de comunicación un cambio de mentalidad que ayude a comprender que la promiscuidad entraña un riesgo mortal y que, lo mismo que gana espacio la certeza de que es mejor dejar de fumar, por razones de salud, también es razonable vivir una sexualidad sana y madura.".
A finales del 2003 el Cardenal Lopez Trujillo hizo unas declaraciones a la BBC que tuvieron amplia difusión, aunque sólo en los aspectos más controvertidos. Se le atacó mucho al obispo, y el escritor y periodistaEulogio López 13,10,03 escribió el siguiente artículo en su publicación digital(107).
El 17 de Enero del 2004, la agencia vaticana Fides reprodujo las declaraciones del responsable del Fondo de las Naciones Unidas contra el SIDA (ONUSIDA), DesmondJohns, quien destacó el papel óptimoque cumple la Iglesia Católica en la lucha contra esta pandemia.
Fides difundió la entrevista que Johns concedió a la dirección nacional alemana de las Obras Misionales Pontificias, y en la que declaró que "la Iglesia Católica es un óptimo partícipe en la lucha contra el SIDA".
Johns, director de la oficina de ONUSIDA en Nueva York, recordó el compromiso de la Iglesia en el sector de la sanidad de los países más pobres del mundo, la atención que brinda a las personas afectadas con el VIH y el apoyo que ofrece a las viudas y huérfanos.
Johns también destacó el aporte de las escuelas de misioneros en la promoción de la educación. "Las organizaciones católicas tienen una importancia fundamental en la lucha contra el SIDA por lo que respecta a las campañas de sensibilización entre la gente y los responsableslocales", indicó.